Estas ideas están presentes primeramente en la obra("Sobre la gracia y la dignidad")donde Schiller demuestra que el arte y la moral se complementan para elevar al hombre a la dignidad. El pensador hace la distinción entre la belleza y la gracia, la una exprime la plenitud de la naturaleza y la otra el pensamiento. La naturaleza ofrece la belleza arquitectónica y el alma, lo bello del movimiento. La gracia, es la belleza de la forma bajo la influencia de la libertad. La belleza arquitectónica en un don de la naturaleza, la gracia es un mérito personal. Los movimientos – los gestos, actitudes- traducen la espontaneidad personal del hombre. Así la gracia es la mediación superior de la dignidad humana. La moral no debe ser, como para Kant, un esfuerzo voluntario y racional hacia el deber: ella nos pide cultivar el sentido moral inmediato, que conduce al hombre a la belleza moral, Si el hombre no era moral sacrificando su naturaleza espontanea, él sería a la vez sublime, heroico desgraciado; y si el hombre fuera hacia el bien espontáneamente en tanto que es consciente él carecería de dignidad.
Pero hay un espacio donde el deber y el sentimiento se reconcilian donde el hombre comprende la naturaleza sin perder el derecho de pertenecer al mundo inteligible; es el estadio de la perfección estética, la belleza traspasa a la vez la sugestión egoísta y el esfuerzo de la maestría racional.
Es necesario ver claramente como Schiller corrige y traspasa a Kant. Este tiene razón al sostener que la aprobación de los sentidos no garantiza la moralidad de nuestras acciones; pero no tiene razón al rechazar la asociación de los sentimientos a las leyes principales de la razón. El hombre debe obedecer con placer y razón. El deber moral y el instinto natural deben ponerse de acuerdo en el hombre, el cual merece ese nombre. "solo por eso es, que la naturaleza ha hecho de él un ser, a la vez, razonable y sensible es decir, un hombre, ella le ha prescrito la obligación desde ningún punto de vista separar lo que ella a unido, de no sacrificar las más puras manifestaciones de su parte divina de nunca fundar el triunfo sobre la opresión y la ruina del otro(5)
La razón no debe hacerse enemiga de la sensibilidad, mas bien una amiga. "El enemigo que no cambia puede aun revelarse: pero el enemigo que se reconcilia es verdaderamente vencido(6)
El individuo en el cual se concreta la armonía entre la naturaleza y la razón, entre la inclinación natural y el deber, está dotado, según Schiller de una bella alma "se dice de un hombre que es un alma bella cuando el sentido moral ha terminado por asegurarse de todas las afecciones, hasta el punto de abandonar sin miedo, a la sensibilidad la dirección de la voluntad y de nunca correr el riesgo de encontrase en desacuerdo con las decisiones de ésta. Para el hombre, en el cual los sentidos están en contradicción con la razón, el acoplamiento del deber moral es difícil porque debe someterse al control de la ley moral como revancha, para el hombre a la bella alma, la actividad moral es el producto de todo su ser.
Se observa que Schiller rompe el cuadro estrecho del rigorismo kantiano. El filósofo de Konigsberg a pesar de su esfuerzo de armonizar el mundo de los sentidos y el mundo moral, sacrifica la pulsión de la vida a favor de la ley moral sosteniendo que la virtud no puede ser virtud cuando se realiza por una inclinación natural.
La manera de resolver la cuestión entre la necesidad y la libertad, lo sensible y lo inteligible, establece la diferencia radical entre la concepción de Schiller y la de Kant. El de Konigsberg plantea la cuestión de la relación entre la teoría, la ética y la estética pero la ha dejado en suspenso a causa de su vigor: Schiller ha acertado al armonizar, gracias a su genio artístico, las tres facultades del espíritu y ofrecen una imagen de hombre total. Kant no tuvo éxito en la reconciliación porque según él estas facultades representaban más bien, aspectos estéticos, rígidos. Al contrario, en Schiller, se convierten en entidades dinámicas, dialécticas que llegan finalmente a combinarse y a cristalizar en una armonía superior.
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